Una de las virtudes de este libro es que llena un vacío. Muy a menudo cuando
se habla de interculturalidad o de migraciones internacionales nos falta la
dimensión humana, de relaciones entre personas de diferentes orígenes y
condiciones. Sam consigue transmitir las vivencias cotidianas, lo hace con la
habilidad de dibujar las diferentes dimensiones en las que se desarrolla la
acción. El marco de racismo institucional y cotidiano, de los miedos, de
valentías, de reflexión profunda, de cambios, de memoria, de espiral, de idas y
venidas….
Las escenas son casi todas de encuentros, conversaciones presenciales y a
distancia, de miradas, de comidas, de sobremesas con café y/o té, no son
descripciones distantes, al contrario, son de proximidad y de profundidad. Las
situaciones se pueden ver y también oler, evocan sentimientos, pensamientos,
como el aroma del café. De pronto, en el relato te encuentras saliendo de un
edificio y te sitúas en el lugar del protagonista, de lo que ve, de lo que recibe,
aquella mirada de rechazo o de atracción; en definitiva, lo que siente.
Valoraciones
No hay valoraciones aún.